Grupo ALER-T

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domingo, 29 de abril de 2012

Huesos de cristal

Hoy y a lo largo de todas nuestras publicaciones trataremos, entre otras cosas, el tema de las enfermedades raras de una forma más concreta y centrándonos en muchas de estas enfermedades para darlas a conocer.
Esta entrada va a estar dirigida a una enfermedad denominada huesos de cristal además de contar con un testimonio al final de la misma.


Osteogénesis imperfecta (huesos de cristal)

La osteogénesis imperfecta es una enfermedad congénita que se caracteriza porque los huesos de las personas que la sufren se rompen muy fácilmente, con frecuencia tras un traumatismo mínimo e incluso sin causa aparente.

Se conocen varios tipos de la enfermedad, y su variación es muy grande de un individuo a otro. Incluso dentro del mismo tipo, puede haber personas con una mayor o menor impregnación.

Por decirlo con un ejemplo práctico, algunos pacientes sufren diez fracturas a lo largo de su vida, en tanto que otros pueden llegar a tener varios cientos de ellas...



Causas de la osteogénesis imperfecta  

La osteogénesis imperfecta se debe a la insuficiente y/o defectuosa formación del colágeno del cuerpo, como consecuencia de un fallo genético. El colágeno es una proteína de los tejidos que influyen en la formación de los huesos. 

Esta enfermedad no se puede paliar, por tanto, suministrando calcio a los enfermos. No existe hasta el presente ninguna forma de inducir a las células del cuerpo a producir más colágeno o producir colágeno de calidad.


Pronóstico de la osteogénesis imperfecta

La osteogénesis imperfecta tiene un pronóstico muy variable, dependiendo del grado en que cada individuo esté afectado. La enfermedad en sí no es letal. Sin embargo, las personas afectadas por las formas más graves pueden tener importantes problemas colaterales.

Mientras que los afectados por tipos más leves (I y IV según la clasificación de Sillence), en general no tienen más complicaciones que las que impongan sus fracturas y deformaciones óseas, así como las intervenciones quirúrgicas que sean necesarias para tratarlas, la OI del tipo II (siempre según Sillence) suele revestir mucha gravedad y puede llegar a ser letal, debido a las hemorragias que causan las fracturas múltiples en el recién nacido.

El tipo III de Sillence tiene un pronóstico variable. En los casos en que la deformación ósea es grave y el volumen torácico es escaso, se pueden presentar problemas de ventilación, que en algunos casos pueden dar lugar a neumonías.

En todos los tipos se pueden presentar también problemas cardiovasculares de diferente pronóstico.

A pesar de la deformación ósea y la frecuencia de fracturas, la longevidad de una persona afectada por OI es igual a la de cualquier otra. Sus cualidades intelectuales no están mermadas de ninguna forma por la enfermedad y pueden llevar una vida normal, dentro de las limitaciones que imponga el grado de movilidad de cada uno.


¿Cómo se transmite?

Es difícil determinar el número de personas afectadas por la enfermedad, ya que no hay censos donde consten semejantes datos. Además, podemos partir de la base de que hay gran cantidad de afectados con síntomas muy leves que no han sido ni serán nunca diagnosticados.

Hay estimaciones que dicen que la incidencia es de uno entre veinte o treinta mil nacimientos , y otras según las cuales la cifra debe de andar por un afectado entre cada diez mil nacidos, incluyendo los casos que son diagnosticados a posteriori.

En cuanto a la forma en que se transmite, los especialistas no acaban de ponerse de acuerdo. Hasta no hace mucho parecía claro que la forma de transmisión de los tipos I y IV era dominante (estos dos tipos se pueden estudiar en familias donde la enfermedad aparece a lo largo de generaciones). La opinión generalmente aceptada era hasta hace muy poco que tanto el tipo II como el tipo III son el resultado de una transmisión recesiva, pero los más recientes estudios parecen reflejar dudas fundadas sobre esta generalización y apuntan a la posibilidad de que el mosaicismo (error genético en las células germinales de los progenitores) desempeñe un papel importante en la transmisión de los casos más graves de osteogénesis imperfecta.

Además, la enfermedad también puede ser el resultado de una mutación espontánea y aparecer en familias sin ningún antecedente. En algunos casos, lo que puede parecer una mutación espontánea no lo es: hay afectados con síntomas tan leves que ignoran su condición hasta que tienen hijos con la enfermedad.

En cualquier caso, está claro que los afectados por osteogénesis imperfecta tienen un cincuenta por ciento de probabilidades de transmitirla a su descendencia.

Fuente: www.osteogenesis.info 

A continuación les dejamos el testimonio de Slavi, un niño de Valencia que padece esta enfermedad. Es muy interesante el testimonio de su madre y de la fisioterapeuta que lo trata.






1 comentario:

  1. ¡Hola! Me llamo María. Mi hijo Santi de 13 años padece Osteogénesis imperfecta y vivo cada día a su lado como si fuera el último.

    Por unas cosas o por otras, el pasado año sufrió tres neumonías fuertes a consecuencia de padecer esta enfermedad por los problemas respiratorios que derivan de ella y ahora lo más mínimo hace que lo peor se me pase por la cabeza...pero seguiremos luchando como hasta ahora, aun que haya momentos muy duros.

    Muchas gracias por vuestro interés y apoyo, hace falta más concienciación en la sociedad.
    ¡No estamos solos!

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